Aprovechando que tenía casa propia y un trabajo que hacía en gran parte desde el ordenador, llegó el momento de dar el paso.
Es cierto que durante años había mirado con curiosidad las muñecas de Silicona-TPE, aunque nunca me había planteado tener una hasta ese momento.
Soy muy delgado y mi presupuesto era ajustado, así que opté por una muñeca pequeña, manejable y barata (ese fue mi error).
Era la muñeca perfecta: 125 cm, piel blanca y tersa, delgadita de pecho pequeño, ojos verdes brillantes y un rostro hermoso y muy aniñado. Por si tenéis curiosidad, se la conoce como “125-lm-ashley”, y por desgracia aún se puede encontrar la tienda.
Por si tenéis curiosidad, se la conoce como “125-lm-ashley”, y por desgracia aún se puede encontrar la tienda.
Aunque me informé bien y aprendí que algo tan caro debe ir con muchas dudas y cuidados, me equivoque.
En agosto del 2021 llegó ella.
Al principio todo bien: Mis dudas fueron respondidas rápida y eficientemente, recibí la muñeca en pocas semanas, estaba en buenas condiciones y era acorde a la foto.
Sin embargo, los problemas no se hicieron esperar: Ese mal olor a TPE que no se quitaba y lo manchaba todo, esos pies destrozados por los tornillos, esas muñecas rotas y los alambres de la mano que sobresalían a las pocas semanas, esa pierna y espalda torcidas…
Lo curioso es que estuvo mucho tiempo escondida en la caja.
¿Es posible que mi inexperiencia la destruyera más? Tal vez, pero, por supuesto, la calidad se paga.
Pasadas las vacaciones de Navidad, vi que había sido un cuento corto, pero precioso y de mucho aprendizaje.
Aunque su final, no fue agradable.
Como en muchos pueblos y ciudades, existe un servicio de recogida del ayuntamiento y decidí sacar la caja y colocarla al lado de un contenedor sabiendo que cuando pasara el camioncito del ayuntamiento, la recogería y se ocuparía de ella. Aunque para evitar curiosidades le había puesto un cartel de maniquie (mal escrito aposta).
El caso es que aquel día, o bien, no pasó el camión, o ya había pasado.
Prefiero no saber quién la vio y que ocurrió en el rato que estuvo fuera. Pero, me imagino que "la curiosidad mató al gato".
El caso es que alguien decidió meter la caja en el contenedor para evitar mayores problemas.
Aunque no debería, pido perdón por las molestias que ocasionara al vecindario, al servicio de basura y cualquier otra persona que se pudiera asustar al ver algo así.
Por si pregustáis, no existe en ningún país del mundo (al menos que yo sepa) un servicio propio de recogida de muñecas realistas.